Carta
abierta al Presidente del
Gobierno.
Madrid,
25 de junio de 2012,
Señor
Presidente:
La extrema gravedad de la situación económica,
moral, social e institucional de España en el momento presente nos mueve a
dirigirnos públicamente a Vd., como Presidente del Gobierno. Al hacerlo,
partimos del reconocimiento de su voluntad de emprender sucesivas reformas para
enfrentarse a los muy diversos problemas de nuestro país. Pese a ello, nos es
obligado constatar la imperiosa y urgente necesidad de que el Gobierno plantee a
las fuerzas políticas con representación parlamentaria, y muy especialmente al
principal partido de la oposición, un programa integral, coherente y sistemático
de reformas, cuyo debate y negociación ofrezca como resultado un gran acuerdo
nacional para lograr la “reconversión del Estado”, puesto que en la presente
crisis se han hecho enteramente patentes los defectos y carencias de nuestra
actual organización política, social y económica, que no derivan sólo de una
gestión ineficiente, sino de clamorosos fallos de
estructura.
Esta “reconversión” no
trataría sin más de corregir y perfeccionar el actual sistema, sino de
redefinirlo y reorientarlo a la vista del resultado de su desarrollo, una vez
transcurridas tres décadas y media desde su puesta en marcha, y ante las nuevas
circunstancias surgidas a lo largo de ese período, en particular, nuestra
pertenencia a la Unión Europea y a la Unión Monetaria Europea, con los
consiguientes acuerdos y tratados sobre la estabilidad fiscal y presupuestaria
plasmados en el recientemente reformado artículo 135 de nuestra
Constitución.
Creemos que para ser útil a
los intereses nacionales este nuevo pacto de Estado debería restaurar el
espíritu del “consenso constitucional” imperante durante la Transición,
abordando de modo completo las cuestiones básicas pendientes de solución. Por
tanto, ese gran acuerdo ha de referirse a las reformas de la estructura
económica de nuestro país y del sistema educativo en todos sus niveles para
restablecer la competitividad de la sociedad española en el contexto global, al
funcionamiento y composición de los órganos constitucionales (Senado, Consejo
General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional), a la organización,
competencias y financiación de los poderes públicos en sus tres niveles
territoriales (Estado, Comunidades Autónomas, Corporaciones Locales), a la
extensión y financiación de los servicios públicos, a los instrumentos de
participación y representación política de los ciudadanos (partidos políticos,
sistema electoral y control parlamentario) y a la posición de España en las
instituciones comunitarias en relación al debate sobre el futuro de la unión
política, fiscal y financiera, superando así en definitiva lo que ya se reconoce
por una amplia mayoría de ciudadanos como el agotamiento de nuestro modelo
constitucional.
Es evidente que sin lograr
un acuerdo de esa profundidad y amplitud los avances que suponen las reformas en
curso serán limitados y, desde luego, no resolverán los muy graves problemas que
tiene hoy España, problemas que se agudizarán en el inmediato futuro por la
ofensiva “soberanista” que ya se plantea en el País Vasco y en Cataluña y que
pondrá a prueba la supervivencia del Estado
constitucional.
Sin embargo, el mero
planteamiento de un pacto político de esta naturaleza, por necesario que sea, no
basta para conseguir sus objetivos. Es desgraciadamente posible que, a la vista
de las divergencias entre las fuerzas políticas con representación
parlamentaria, y sobre todo de las posiciones que separan hoy a los dos grandes
partidos, no se llegue a ningún acuerdo. De ser así, ni el Gobierno ni el
Partido Popular debieran quedarse cruzados de brazos. Además de continuar las
reformas necesarias en el ámbito de las competencias del Gobierno de la Nación,
existe otra vía para superar esa parálisis: la apelación directa al pueblo
español durante esta legislatura mediante la celebración de un referéndum
consultivo.
Esta consulta debería
versar sobre una trascendental decisión: la reordenación y la racionalización de
nuestro sistema político y autonómico y de nuestra estructura institucional para
fortalecer la unidad nacional y conseguir la eficiencia y la viabilidad del
Estado.
Sr. Presidente, estamos
seguros de que su patriotismo y su alto sentido de la responsabilidad le harán
considerar las ideas que le hemos expuesto. Confiamos, por tanto, en que ello le
anime a adoptar las iniciativas políticas correspondientes para garantizar la
unidad, estabilidad y prosperidad de España en esta hora difícil de su
Historia.
Reciba, Sr. Presidente, el
testimonio de nuestro aprecio y nuestros mejores deseos de éxito en su
comprometida misión.
Si estás de acuerdo y
quieres adherirte este es el enlace:
Suscribo tan necesaria como sensata iniciativa por leal a España, socialmente plural y respetuosa con el sistema, cosa que no puede decirse de muchas otras que proliferan.